(Estando los dos en Playa de Baracoa)

Lucía:

Te escribo porque quiero hablar contigo, pero me dijo Heriberto que él no me puede dar permiso para que hablemos, que hasta que el apóstol venga él no puede hacer nada.

Después de la última carta que recibiste yo te he escrito dos veces; una a Pinar y otra a Artemisa.

Yo quisiera saber qué piensas tú de mi actitud a escribirle al apóstol.

Me dio mucha alegría saber que la fecha de la boda ya estaba fijada. Enseguida le escribí al apóstol diciéndoselo para saber si le parecía bien esa fecha o debía ser en otra. El mismo día leí la circular del apóstol y aproveché la oportunidad de contestarle en la misma carta. Yo le dije que respondía “Heme aquí, Señor” y que iría gozoso a cualquier lugar, pero más gozoso iría si fuera contigo; que decía así, no por negarme a ir antes de la boda, si Dios me enviaba, sino por evitar las dificultades de tramitar el matrimonio desde otro país. También le decía que eso no era pidiendo que me mandara, sino que si me mandaba estaba dispuesto a ir. Yo no sé qué tal te parece esto. Te pido excusas por no contar antes contigo. Lo hice, en primer lugar, porque sentí una grande inspiración de hacerlo. Yo he soñado varias veces con el extranjero. Además, según hemos hablado nosotros, tú estás de acuerdo o aceptas ir conmigo cualquier lugar. Yo pienso que como tú tienes pasaporte y todo al día, no me mandarán a mí sólo.

Tal vez hasta la fecha de la boda se apresure si Dios nos ordena para una obra afuera.

Hace pocas noches soñé contigo, que era el día de la boda. Te digo que ahora te quiero mucho más, aunque siempre te he querido sin demostrarlo mucho.

Ora por todo, que si Dios dirige no hay extravío.

Si tienes tiempo contéstame esta noche para tener tiempo de contestarte yo también.

Te quiere,

Ventura